Sohbet 30: "La Montaña"

El álbum Almendra I contenía una
serie de tres jeroglíficos (lágrima, ojo, flecha) para identificar el contenido
de las canciones, relacionadas a su vez con diversos aspectos del famoso
"hombre de la tapa" del álbum. De las letras de Luis a “Muchacha”,
“Plegaria para un niño dormido” y “Figuración” le correspondió una lágrima, que
según decían las instrucciones, significaba que era uno de los "temas que
están en el brillo de la lágrima de mil años que llora el hombre de la
tapa".
"No solo del canto vive la
Almendra", Spinetta ilustró la canción con un dibujo de significación
incierta, en la que varias figuras alargadas se superponen unas sobre otras
curvándose progresivamente hacia la derecha y de cuyo centro brotan mariposas.
Debajo del dibujo hay un texto que dice:
Lo más simple, lo menos gastado, lo tan importante.
Miguel fue un gran adepto de la
literatura sufí.
Islam en “Abuelos de La Nada”:
En el tema “Cosas mías” se puede escuchar a Miguel Abuelo decir “¡Allah! ¡Alhamdulillah!”, ¡oh Divinidad! ¡Todas las alabanzas son para Ti!.
Hacemos un repaso sobre aspectos de la poesía sufi:
Del artículo de Dionisio Cañas “Caminando
hacia el país invisible: sufismo y erotismo” extraemos lo siguiente:
“El sufismo es mucho más que una filosofía.
Es una forma de ser y de comportarse en la vida cotidiana, porque toda
espiritualidad parte de algo muy concreto: un cuerpo pensante, un cuerpo que
ama y odia, un cuerpo que desea y tiene sed de otros cuerpos, igual que
todos los hombres y mujeres que no buscan respuestas espirituales o metafísicas
para sus necesidades más perentorias, como puede ser la de una vida sexual
plena. Entonces, para los sufís, ¿es el deseo y la sensualidad solo un jardín
de donde extraer símbolos e imágenes de la Unidad divina sin consecuencias en
la vida real? ¿Qué hay detrás de sus poemas, de sus metáforas, del efebo
que escancia el vino espiritual en la taberna del Amado? Más allá de la mirada
de Dios, ¿no es la escritura el velo que oculta otra mirada?
Precisamente de eso tratan los apartados
siguientes, de cómo ser uno mismo sin desatender la vida interior. Parte de esa
vida, exterior e interior, es nuestro deseo, nuestra sexualidad. Ya sea que
deseemos a Dios o al vecino o la vecina de enfrente, negarlo es suprimir una
parte fundamental de nuestra humanidad, tanto en su forma carnal como
espiritual.
En los textos sobre sufismo se habla muy
poco de sexualidad. No obstante, la poesía sufí es muy sensual, aunque la
intencionalidad sea espiritual. De hecho, cuando se han traducido algunos poemas
místicos donde se habla del “escanciador” en las tabernas de la espiritualidad,
de la ebriedad, del vino, se da cierta ambivalencia al traducir del persa el
vocablo escanciador/escanciadora. En la edición 101 poemas de Hafez
Shirazí, poeta persa del siglo XIV, escribe Clara Janés: “La escanciadora [del
vino] cobra en Hafez un colorido muy singular. Dado que en la lengua persa no
existen los géneros, la palabra que se ha traducido por
‘escanciadora’, sagi, puede referirse a un ser femenino o masculino,
ambigüedad que, evidentemente, en español no se puede conservar”.
Para los sufís el simbolismo del amor es
fundamental. Tan es así que en sus prácticas espirituales ellos mismos se
autodenominan como “los amantes”.
En la poesía sufí predomina la ambigüedad
al referirse al amante: puede ser un joven o una joven. Más allá de las
connotaciones eróticas que pueda tener en la vida real lo que aparentemente es
solo una simbología espiritual, lo cierto es que abundan en la poesía sufí las
descripciones de la belleza de los jóvenes efebos.
En mi experiencia personal no concibo la
posibilidad de ningún tipo de espiritualidad sin que no se tenga en cuenta el
erotismo. En mí el deseo puramente carnal deriva con frecuencia en una
fraternidad espiritual con la persona amada; el amado se convierte en el amigo.
Algo semejante ocurre en el ámbito de la poesía mística sufí, que el amante o
la amante se convierten en el Amado, que es como llaman a Dios los sufís más
destacados. Esa transfiguración a la Divino de lo puramente físico y carnal
todavía no se ha dado en mi caso.
Hasta hace muy poco me avergonzaba de esta
doble sentimentalidad, la física y la espiritual: descartaba cualquier
posibilidad espiritual y me centraba en el sexo puro y duro. Con el tiempo, y
gracias a mis lecturas sufís, he descubierto que entre los muchos caminos que
la espiritualidad nos ofrece uno de ellos puede pasar por el erotismo; no como
una finalidad última, sino como una etapa que nos lleva potencialmente a la
pura espiritualidad inmaterial, al País Invisible.
Pero volviendo al asunto de los escanciadores y las escanciadoras del vino, Reynold A. Nicholson publicaría en 1914 un libro sencillo, aunque revelador, Los místicos del Islam. En este libro se podía leer lo siguiente: “En algunos casos, quizá, la ambigüedad está al servicio de un objetivo artístico, como en las odas de Hafiz, pero, incluso cuando el poeta no mantiene deliberadamente a sus lectores suspendidos entre la tierra y el cielo, es muy fácil confundir un himno místico con una canción báquica o una serenata […] Este simbolismo erótico y báquico [el del vino entre otros] no es, por supuesto, particular de la poesía mística del Islam, pero en ninguna otra parte se despliega de forma tan opulenta y con tal perfección. A menudo ha sido malinterpretado por los críticos europeos, uno de los cuales todavía hoy en día pude describir los éxtasis de los sufíes diciendo que están ‘inspirados en parte por el vino y fuertemente teñidos de sensualidad’. Por lo que respecta al conjunto de los sufíes, esta acusación es completamente falsa”. Y más adelante cita unos versos de Rumi que dicen: “Dios es el Copero (Sagi) y el Vino: / Él sabe qué clase de amor es el mío”.”
Muchacha más allá de tener todos los elementos de la poesía sufí, el alba, la vigilia en la noche, los colores, etc., contiene un concepto muy particular, el Kashf.
Primero desandaremos el porqué del nombre:
Muchas de las revelaciones de La Divinidad
han sido a través de Escrituras. El Corán se refiere a las comunidades que se
han formado en torno a un Libro como Ahlul Kitab, La Gente del Libro. Otras
revelaciones se han plasmado en Hojas.
“Esto se encuentra en las Hojas
primeras, las Hojas de Abraham y de Moisés.” (Corán, Sura 87:18-19)
Lo que Allah, nos ha dicho es que eran
Escrituras (suhuf, singular sahifah). El significado básico de la palabra
sahifah es lo que se extiende de cualquier cosa, ya sea la hoja de alguna
planta, hoja de papel, piel de animal, tabla, o cualquier otra cosa sobre la
que se pueda escribir.
Y también se menciona al elemento de escritura:
Sura 96:
Necesitamos una hoja, un papel y un elemento
de escritura, corazón de tiza.
Kashf (en árabe: كشف) «revelación, desvelar, quitar el velo» es un concepto sufí enraizado
en los ideales gnósticos que valoran el conocimiento adquirido por el corazón
más que el de por el intelecto.
Kashf describe el estado de experimentar una revelación divina personal después de ascender a través de luchas espirituales y descubrir el corazón (una facultad espiritual) para permitir que las verdades divinas se derramen en él. Kashf está relacionado etimológicamente con mukashafa "revelación" / "irradiación divina de la esencia", que connota "familiarizarse con las cosas invisibles detrás de los velos". Para aquellos que han purificado sus corazones y que llegan a conocer los Nombres y Atributos Divinos al máximo de sus capacidades individuales, los velos frente a los reinos puramente espirituales se abren levemente y comienzan a familiarizarse con lo invisible. En el sufismo, existe una capacidad de revelación aún mayor por la cual los misterios divinos se hacen evidentes para el buscador o la buscadora a través de la luz del conocimiento de La Divinidad. A esto se le llama "manifestación" tajalli.
El siguiente pasaje del Corán constituye la base más sólida para la elaboración del concepto sufí de kashf:
[50.22] «Estas cosas te traían sin cuidado.
Te hemos quitado el velo y, hoy, tu vista es penetrante».
El verbo "kashafa", pero nunca el
sustantivo "kashf" aparece en el Corán una variedad de veces en el
sentido de "descubrir" (una parte del cuerpo) o "quitar"
(desgracia, peligro) .
Te robaré un color:
Te iré liberando de todas las ataduras:
Según Rumi, todas las discordancias vienen de
la esclavitud al color del mundo sin color.
Ibn Arabi: este místico sufí indica la
necesidad de la "revelación divina" (kashf) como medio para
comprender la universalidad de la realidad de las realidades (es decir, la
universalidad de la unidad de La Divinidad). En fana (auto-aniquilación), el
ego individual muere y ocurre la auto-manifestación divina. Esta
automanifestación es eterna (ya que viene de La Divinidad), pero la persona la
debe repetir continuamente en el tiempo. Por lo tanto, la persona se convierte
en una receptora pura necesario para realizar la conciencia pura. Es una
especie de barzakh (puente celestial) o intermediario entre la divinidad y la
elementalidad, entre el espíritu y la materia, y está abierta a la experiencia
de kashf.
Ibn Arabi:
"La Divinidad es como la luz que un
cristal vela a la mirada y tiñe de su propio color: incoloro por sí mismo, se
te presenta coloreado para ilustrar lo que es tu realidad cuando se la compara
con tu Divinidad. Si dices que la luz es verde porque el cristal es de este
color, dices la verdad y los sentidos dan testimonio a favor tuyo. Si dices que
no es verde ni posee ningún color, siguiendo lo que te indica el sentido común,
estás diciendo igualmente la verdad y con ello das testimonio de la evidencia
de un intelecto sano."
Los y las sufíes creen que toda persona
adoradora genuina tiene la capacidad de experimentar la revelación (revelación
personal), pero que esta revelación personal ocurre por la gracia divina. Algunas
personas dicen que si un adorador o adoradora no experimenta la develación,
"indica que esa persona está persiguiendo el sufismo por una razón que no
es el amor hacia La Divinidad solamente". - Sin embargo, esto de hecho es
incorrecto. La experiencia de cada persona en el sufismo es diferente, de manera
similar a cómo diferentes personas tienen la capacidad de ver diferentes cosas,
por lo tanto, se puede confirmar que Kashf no es una habilidad otorgada a todas.
La Divinidad es, de hecho, quien hace la revelación una vez que una persona ha
renunciado a todas las formas mundanas de conocimiento y su corazón es puro y
está abierto a La Divinidad. Es la voluntad de La Divinidad elegir lo que la
gente ve y lo que ve la gente. Ibn 'Arabi llama a esto "receptividad
interior" a la manifestación (tajalli) de los Misterios Divinos, cuya
esencia es mukashafa.
Los eruditos peripatéticos como Avicena,
al-Kindi y al-Farabi argumentan que el intelecto sin la ayuda de la revelación
divina (kashf) es suficiente para que la persona alcance la verdad última.
Sufíes como Bayazid Bastami, Rumi e Ibn al-Arabi, por el contrario, argumentan que el intelecto limitado es insuficiente y engañoso como medio para comprender la verdad última. Este tipo de comprensión requiere un conocimiento íntimo, personal y directo resultante de la remoción de los velos que separan a las personas de La Divinidad, tal como La Divinidad misma le dio a las personas. Esto es kashf.
El místico del siglo XVIII Khwaja Mir Dard basándose
en la terminología tradicional, clasificó las revelaciones de la siguiente
manera en su `Ilm al-Kitab:
Kashf kaunī, la revelación en el plano de
las cosas creadas, es el resultado de acciones piadosas y purificaciones del
alma inferior; se manifiesta en sueños y clarividencia.
Kashf ilāhī, revelación divina, es un fruto
de la adoración constante y el pulido del corazón; resulta en el conocimiento
del mundo de los espíritus y en el cardiognosis ["lectura del alma"]
para que el místico vea cosas ocultas y lea pensamientos ocultos.
Kashf aqlī, revelación por la razón, es
esencialmente el grado más bajo de conocimiento intuitivo; puede lograrse
puliendo las facultades morales, y también puede ser experimentado por los
filósofos y las filósofas.
Kashf īmānī, la revelación a través de la
fe, es el fruto de la fe perfecta después de que la persona ha adquirido proximidad
a las perfecciones de la profecía. Será bendecido por discursos divinos
directos: habla con los ángeles, se encuentra con los espíritus de los profetas
y las profetizas y ve la Noche del Poder y las bendiciones del mes de Ramadán
en forma humana en el ālam almithāl.
El maestro sufí Sidi Muhammad Jamal, que
Allah le bendiga, en su enseñanza da la siguiente parábola:
“(Mira la abeja) cuando vuela, y va al
jardín lleno de diferentes flores, diferentes fragancias y diferentes sabores.
Y ella toma todo de cada flor que la encuentra, porque Allah la guía a tomar el
amor, con total libertad, de la manera suave.”
Después de eso, ella hace la miel, no para
ella, sino para otro/a que busca esta miel para alimentarse de la miel que ella
hace. No se preocupa cuando visita alguna flor, y toma lo que necesita, porque La
Divinidad la guía en Su perfecto Camino.
Exactamente esto es parte del océano del
amor que La Divinidad da a todas las personas que quieren conocer y tomar.
La parábola es una alusión del Arreglo Divino al manifestar la Acción Divina mientras que todas las demás criaturas creadas las llevan a cabo en apariencia, pero en última instancia se hace bajo la inspiración de lo Divino. Esta parábola también demuestra cómo el libre albedrío de la criatura no contradice las acciones divinamente inspiradas.
De la Sura 16 “Las Abejas” del Corán:
– Aleya 68: “Tu Divinidad ha inspirado a
las abejas: «Estableced habitación en las montañas, en los árboles y en
las construcciones humanas” (edificios, colmenas).
– Aleya 69: “ Comed de todos los
frutos y caminad dócilmente por los caminos de vuestro Divinidad. De su abdomen
sale un líquido de diferentes clases (colores), que contiene un remedio para
los hombres. Ciertamente, hay en ello un signo para gente que reflexiona”.
También ha sido destacado por exegetas, que
el Corán se refiera a las abejas como hembras y no como machos, algo que
hasta muchos siglos después no fue confirmado.
El Profeta Muhammad comentó que “la miel es un remedio para cada enfermedad, y el Corán es un remedio para todas las enfermedades del alma; por lo tanto, recomiendo ambos remedios, el Corán y la miel”.
Nos queda muchas imágenes aun por desvelar:
Voz de gorrión, pies de rayón, un sueño despacio entre mis manos, no hablar más, no correr, el tiempo es hoy ….
Que iremos desandando de a poco.
Te invito a compartir tus pensamientos en
los comentarios.
Artista: Kiarash Ghoncheh Pour,“Mujer Sufi”.
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