Aquellas sombras del camino azul…
¿dónde están?
Como vimos en el Sohbet 8, “Con la sombra de tu aliado (el aliado)”, algunas comunidades sufíes usan harapos denominados murraqa o khirqah.
Khirqah, (árabe: "trapo"), una túnica de lana que tradicionalmente los maestros sufíes (místicos musulmanes) otorgan a aquellos que se habían unido recientemente al camino sufí, en reconocimiento a su sinceridad y devoción. Si bien la mayoría de las fuentes coinciden en que la khirqah era una pieza de tela remendada, no existe una descripción uniforme del color o la forma. Algunos lo describieron como una túnica de lana azul y, dado que el azul es el color del duelo, significaba el rechazo del placer mundano.
Yo las comparo con cipreses que ví,
solo en sueños…
El ciprés (Sarv) es unos de los motivos más utilizados en el arte islámico.
El motivo Sarv deriva su importancia de la propia naturaleza de la representación en el arte islámico, en el que el simbolismo juega un papel central.
En Oriente, el ciprés surgió como una poderosa metáfora en la literatura y la poesía y como un motivo dominante y frecuente en las artes. Ambos usos se remontan a la cultura persa. Las primeras referencias literarias importantes están vinculadas al sistema de creencias de Zoroastro. Se cree que Zoroastro trajo una ramita del cielo y la plantó en la ciudad de Kashmar en la provincia de Jorasán, Irán. Varios estudiosos sostienen que el valor sagrado atribuido al ciprés se originó con este evento en la cultura persa y tuvo un lugar subconsciente profundo en la cultura iraní preislámica. La llegada del Islam cambió el sistema de creencias de los persas, pero el valor sagrado del ciprés se filtró en las tradiciones religiosas y místicas islámicas. Encontró un lugar definitivo particularmente en los sentimientos religiosos.
Por ejemplo, el duelo chiíta relacionado con la imagen del ciprés en referencia simbólica del dolor.
Muchos poetas místicos de Persia usaron el símbolo del ciprés en una variedad de contextos para connotar varios significados. Se usaba para denotar libertad, veracidad y rectitud, que se pensaba que eran características esenciales del carácter humano en el camino místico. Rumi, el poeta místico más conocido de Persia, usó el ciprés como símbolo del tawhid, que forma el principio central del misticismo al significar la unidad con el amado o Dios. También imparte significado al ciprés identificándolo como una manifestación de atributos divinos cuando escribió "El ciprés da una pista de Su majestad". El ciprés también viene a mostrar la rectitud de la dirección en el camino del amor que conduce a la altura espiritual. Rumi escribió:
"Cada cualidad Suya encuentra una expresión:
la Eternidad se vuelve el verde campo de Tiempo y Espacio;
Amor, el jardín que da la vida, el jardín de este mundo.
Toda rama, hoja y fruto
revela un aspecto de su perfección:
los cipreses insinúan Su majestad,
las rosas dan nuevas de Su belleza."
En otro caso, al describir el estado de unión, Rumi se compara a sí mismo con el ciprés:
``En un sueño me vi a mí mismo como un ciprés, mi rostro como un lecho de tulipanes, mi cuerpo como rosas y jazmines ''.
Los cipreses son una referencia simbólica a la altura del Amado de La Divinidad.
y las muñecas tan sangrantes están,
de llorar…
Yo te amo tanto,
que no puedo depertarme sin amar…
y te amo tanto,
Estos versos nos recuerdan a la historia de Sha’wana.
Era persa y vivía en Obollah, sobre el Tigris. Tenía una buena voz y solía predicar y rezar con bellos cantos. Ascetas, mujeres y hombres piadosos y poseedores del corazón solían asistir a esas sesiones.
Uno de sus dichos era que, para unos ojos a los que se impide ver a su Bienamado y que desean hacerlo, es impropio permanecer sin lágrimas. Dicen que cuando el desconsuelo espiritual le invadía, no podía rezar y realizar sus oraciones. Al dormirse, alguien en sueños le recitó estos versos:
"Llora si sientes pena, porque llorar consuela al que está triste.
Esfuérzate en ser recta, y mantente derecha en esta Senda
con ayunos constantes, con ardientes suspiros,
pues no hay otro camino para quien sigue a Dios que vivir suspirando ardientemente."
Al despertar, volvió a sus oraciones, llorando y murmurando esos versos.
Cuenta Qorashi: Había oído a Yahyā ibn Bastāmi, quien solía acudir a las reuniones de Sha'wāna, maravillas sobre esa virtuosa mujer, así que fui a Oballah con un amigo y pedimos permiso para ir a verla. Tras recibirnos en su pobre vivienda, en la que la indigencia saltaba a la vista por doquier, mi amigo le dijo: “Si tuvieras compasión de ti, y lloraras menos, a la larga sería mejor para alcanzar el objeto de tus deseos”. Sha'wāna rompió a llorar y confesó: “Juro por Dios que me gustaría llorar hasta que no me quedaran lágrimas. Luego derramaría una lluvia de sangre tal que no quedaría en mi cuerpo ni una gota”. Mi amigo reiteró su petición, pero entonces sus ojos se volvieron en sus órbitas y lloró sangre hasta desmayarse y caer.
“Todo el mundo duerme, salvo los amantes, que se quedan despiertos contando historias a La Divinidad”. Rumi
¡No!
nunca la abandones, ¡no!
puentes amarillos,
mira el pájaro…
se muere en su jaula…
El camino del sufismo no es simple.
La flauta (puente amarillo) cuenta la historia del sendero difícil del Amor.
Como dice Abdul Wakil: “Te hacés derviche y el mundo en seguida se pone en tu contra. Tus padres no te entienden, tus amigos no te entienden, tus hijos no te entienden. ¿El trabajo? Trabajás lo justo y necesario. El mundo ve cómo le das la espalda y lo abandonás. Es natural que se sienta herido.
En el sufismo, se dice, hay que morir antes de morir. Es el camino de los pájaros: por un lado, te preparás para dejar el nido, por otro, te concentrás en aprender a volar.”
Y Rumi refuerza:
“El camino del amor no es un argumento sutil. La puerta ahí es devastación. Los pájaros crean grandes círculos por el cielo de su libertad. ¿Como los aprenden? Ellos caen......y cayendo, les son dadas alas.”
hoy te amo ya,
y ya es mañana…
Hay una máxima islámica que dice: “Para las buenas acciones actúa como si fueras a morir mañana. Para las distracciones, actúa como si no fueras a morir nunca”.
Tan sencillo como eso. Si supiésemos que vamos a morir mañana, ¿cómo sería tu último día? ¿Lo perderías en distracciones o lo aprovecharías para actos de amor?
Artista: Cyrus Aria. Pintura "Path of Love"
En Path of Love, Cyrus representa bellamente la conjunción de un hombre sufí sin cabeza girando en amor bajo la luna después de ver a Dios en su amada humana mientras las famosas manos de Miguel Ángel se extienden por el cielo, superponiéndose a la luna. El hombre sufí representa a Sheikh Sanan, quien fue dominado por la encantadora belleza de la niña Tarsa, a través de la cual experimentó que Dios (la verdad) no solo existe en iglesias, templos o tierras santas. Dios existe en todo y está en todas partes. Todos somos Dios. El hombre sufí se transforma y se regocija cuando ve a Dios en la chica Tarsa, y se da cuenta de que no necesita viajar más lejos. El viaje real está en lo profundo de uno mismo y está representado por su danza sama. La luna refleja esta verdad y sabiduría, mientras que las manos de Miguel Ángel de La creación de Adán representan el lugar donde Dios y los hombres se encuentran.
Sheikh Sanan (azerbaiyano: Şeyx Sənan), es una obra de teatro en verso, tragedia en cinco actos, escrita por el poeta y dramaturgo azerbaiyano Huseyn Javid sobre el amor de un jeque musulmán: Sanan a una niña georgiana-cristiana Khumar. Se basa en una vieja historia que el poeta persa Attar Neyshapuri hizo famosa por primera vez en La conferencia de los pájaros. Como se señaló, un motín romántico contra la realidad antihumanista de la religión se expresa en imágenes de los principales héroes de la obra: Sanan y Khumar. [1] Sanan, que es un verdadero creyente musulmán y un científico notable, disuade del Islam y rechaza su base, culpa a todas las religiones por la separación de las personas. Sheikh Sanan opone el mundo del amor, la amistad y la humanidad al mundo de la fe ciega y la dogmática religiosa muerta.
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